Rafael Espinoza, un ‘Brave of Boston’

 

Espinoza conecta un upper al rostro de Ramírez.


Por Nicolás Espinosa Serrano

 

Fue un pleito trepidante y cumplió con las expectativas, aunque dos aspectos que a mi parecer cientos de fanáticos esperaban, no se cumplieron: que la pelea terminara antes del límite y que el ganador fuera el cubano Robeisy Ramírez.

 

Hablamos de la pelea por el título pluma del mundo, versión Organización Mundial de Boxeo (OMB), entre el campeón Robeisy Ramírez, de Cuba, y Rafael Espinoza, de México, celebrada anoche en Pembroke Pines de Florida.

 

Ambos tenían el poder del nocaut, pero el estilo avasallador del hasta entonces titular, hacía prever que sería el victorioso y, casi lo logra en un pestañeo de su rival.

 

Pero, empecemos por el principio.

 

Espinoza tenía su autoestima tan alta, como tan altos eran los momios de que fallaría en su intento de titularse por primera vez en su carrera.

 

No obstante, esto no era óbice, ya que para el aguerrido púgil de Guadalajara, las únicas apuestas válidas eran las de su familia, sus coterráneos y la de su exagerada autoestima; con eso, bastaba.

 

Y así se vio, cuando apareció solo en el escenario y se detuvo a escuchar su música, la escogida para hacer su entrada.

 

Si la decisión, en ese momento, hubiera sido obligante dársela a alguien, pues no cabía dudas. Su salida de los camerinos hacia el cuadrilátero, aunque acompañado espiritualmente de miles de paisanos, era digna de un súpercampeón.

 

Ahora, la fanfarria que acompañó a Ramírez tampoco desmeritaba, ya que lo hacía flanqueado por el dueto de ‘Gente de Zona’, aunque para mi gusto, prefería en solitario antes que esa esas voces, tipo ‘gallo ronco’, y falsas palmaditas en los hombros.

 

El pleito fue asfixiante, principalmente de parte del mexicano, quien le llevaba casi veinte centímetros de ventaja en estatura y distancia, que fueron determinantes en algunos pasajes, pero indudablemente en la pelea adentro el norteño fue sofocante.

 

A mi parecer dominaba a placer el choque, cuando una mano derecha, más que todo un volado, aterrizó en su mandíbula y lo llevó a la lona en el quinto asalto. La furiosa e inesperada caída aparentemente solo le lesionó la pierna derecha, la cual arrastró durante toda la pelea, porque anímicamente siguió su plan de combate.

 

Es justo decir que ninguno de los dos pidió cuartel. El campeón estaba en lo suyo y partir del sexto comenzó a dominar las acciones, haciendo prever que era cosa de minutos en que tuviera a su merced al difícil y más alto rival.

 

Sin embargo no fue así. Los intercambios se siguieron dando asalto tras asalto, dominando en algunos el cubano y en otros, el aspirante; aunque el empuje, los violentos encontrones y la carga que hacía el retador, además de los golpes a los costados y al rostro, comenzaron a mermar la resistencia del campeón.

 

Y es que como dije al inicio, Espinoza fue asfixiante en todo momento, incluyendo cuando le conectaban fuerte y parecía que su larga anatomía iría a parar a la lona.

 

Gota a gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia y así fue como el llamado ‘Divino’ doblegó a su rival en el duodécimo, aunque es mejor decir que lo derrumbó.

 

Robeisy Ramírez cayó con las botas puestas, y batalló hasta que su físico le dijo basta y fue a parar a la lona, faltando muy poco para acabar el pleito.

 

La decisión fue justa. Dos jueces se decantaron por el nuevo campeón (115-111) y el tercero se fue por el empate. Nosotros no la vimos tan amplia, aunque sí veíamos ganador al mexicano, sin necesidad de la caída.

 

¿Una pelea de revancha? Debe ser obligante, no solo porque el público merece verlos otra vez frente a frente, sino porque Ramírez se lo merece.

 

 

El cubano lo defendió todo hasta donde física y técnicamente pudo. Es posible que se sintió ganador y también lo es, que los jueces se hubieran inclinado por él si estuvieran en Las Vegas, donde están los veredictos a dos por un dólar.

 

También es cierto que los jueces, así como anotó el tercero, hubieran podido dar el empate. Algunos nos hubiéramos defraudados con el veredicto, pero Robeisy dio margen para la duda y de allí que el fallo demoró más de lo que las mentes justas esperaban.

 

No hay duda de que fue un gran combate, quizás el más estremecedor de 2023 y que, más allá de los que opinen tirios y troyanos, a favor y en contra de los feroces gladiadores, un empate no hubiera disgustado al mundo boxístico.

 

Pero, la justicia llegó la noche de anoche y si queremos irnos a los extremos, la balanza sería mucho más equilibrada, si antes de que Espinoza abandone suelo norteamericano, firme el combate de revancha.

 

Ahora, esta es mi opinión y la única que debe valer, es la del respetable, aunque en repetidas ocasiones es ofendida por quienes manejan este febril negocio.

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