No todo está perdido en nuestro boxeo, pero…
Por Nicolás Espinosa Serrano
Las actuaciones de Orlando Martínez, Orlando Mosquera, Rafael Pedroza y
Ronal Batista la noche del sábado 6 de mayo, me hizo ver que las cosas aún no
están totalmente perdidas para el boxeo istmeño.
Todos ellos, salvo Batista, lograron victorias en sus compromisos
frente a rivales foráneos, en sendas funciones realizadas en Panamá y México
(Tijuana).
Martínez venció al colombiano Gabriel Jiménez, Mosquera al argentino
Rubén Neri Muñoz y Pedroza al venezolano Yerny Betancourt, en la cartilla
presentada en el Centro Vasco Núñez de Balboa.
Mientras que Batista cayó por nocaut técnico en once asaltos, frente al
mexicano Julio ‘Rey’ Martínez, en pleito por el título mundial mosca del
Consejo Mundial de Boxeo en Guadalajara, México.
La palpable
característica de contar con poder ocasional en tus golpes, te obliga a tener otras
muy bien definidas, entre ellas, buenas condiciones, velocidad, técnica y muy
buena defensa.
De algunos de estos
aspectos contaron nuestros gladiadores y, por ello fue que, por primera vez en
mucho tiempo, se salió de la arena boxística con un saldo favorable, hablando de
los que estuvieron en el patio.
No obstante, también mostraron falencias técnicas que deben
mejorar en forma urgente, si desean seguir ascendiendo en este difícil negocio
y, sobre todo, pelear con éxito por un título mundial.
Aquí le presentamos lo bueno, lo malo y lo feo de lo que,
en mi opinión, se vio la noche del sábado 6.
LO BUENO
Lo mejor de Martínez, Mosquera, Pedroza y Batista fue la
inmejorable condición física en que se presentaron, lo que les permitió aguantar
los embates de sus contrarios.
Martínez logró superar mis expectativas y se mostró
confiado frente a un rival que lo superaba en recorrido, más no en técnica,
arrojo y desenvolvimiento. Desde la primera de cambio, fue superior y su
victoria fue inobjetable.
Mosquera tuvo el mismo desenvolvimiento y fue un poquito
más allá, porque Muñoz lo superaba en peso y pegada, ya que su división natural
son las 135 libras y, en esta oportunidad, tuvo que subir para pescar el cetro
súper ligero Latino de la FIB.
Pedroza fue el más técnico, marcando la distancia con sus
repetidos jabs y combinaciones, aunque debe reconocerse que tuvo un rival, al
igual que Mosquera, muy limitado y como única arma, su supuesta fuerte pegada.
Finalmente, Batista sorprendió a propios y extraños, con
una fortaleza y arresto admirable, máxime cuando enfrentó a un rival que lo
superaba en todas las líneas, y que se esperaba que lo despachara muchísimo
antes del undécimo round.
El panameño se mostró en todo momento como un oponente que
iba por un título, con limitaciones; sí, pero convencido de que en cualquier momento
podía superar el hecho de que era un retador suplente y en una división inferior
a la suya.
LO MALO
En este aparte eximo a Martínez porque era un novato de
tres encuentros y, en esa situación son decenas de cosas que hay que corregir
y, a pesar de ello, me parece que su comportamiento nunca fue cuestionable.
No obstante, de las presentaciones de Mosquera y Pedroza sí
podría decirse algunas cosas, principalmente el sentirse confiados ante rivales
supuestamente inferiores técnicamente.
Mosquera al final quedó mirando el reloj del pitazo final, debido
a que ya lo había dado todo frente a un rival, que a esa hora lo superaba en
tonelaje y contundencia.
Sin embargo, aparentemente se le ha pegado la mala costumbre,
y eso viene desde los gimnasios, de enfrentar al oponente con la guardia abajo,
descuidando su mandíbula y un golpe inesperado.
Fue de esta manera que Muñoz llegó a pescarlo y derribarlo,
pero debido a sus condiciones y juventud pudo levantarse y capear el temporal.
El más criticable fue Pedroza, quien demostró el mejor
boxeo que he visto en muchísimo tiempo y con una excelencia al abrir con jabs y
rematar con combinaciones.
Sin embargo, como dirían los colombianos: ‘da mucha papaya’.
Betancourt fue impetuoso, sobre todo en los dos primeros asaltos y en los dos
últimos, pero fue superado en toda la línea por un rival que sabía utilizar su tamaño,
distancia y boxeo.
Aún así, el panameño no pudo quitarse en toda la noche la
pesada derecha de Betancourt al rostro y, en ocasiones, se vio en apuros, ante
la falta de una mejor estrategia defensiva –siempre con la guardia abajo- y la
ausencia de la mejor arma de ésta, el amarre.
En ese punto y antes de seguir, deseo remarcar el hecho de
que estos boxeadores son relativamente jóvenes y si bien Pedroza ya está
mayorcito (27 años), tienen carencias que deben trabajar porque al subir el
nivel del rival, asimismo subirán las dificultades.
Ronal Batista fue más allá de cualquier expectativa. No
obstante, a mi parecer, debió ser más contundente y no solo marcar los golpes,
porque fue una verdadera barda de contención.
Es cierto, que Martínez lo superaba en todo y por ello se
mostró superior, aunque el desenfado del mexicano es su firma, pero Batista nos
demostró que, con esa bravura, con suficiente tiempo para prepararse para un
choque de este calibre y en su peso, tendría mejores opciones.
LO FEO
Tuve la suerte de contar con la posibilidad de ver la pelea
entre Martínez y Batista por tres canales diferentes, y de dos en la función
local. Sí, así fue.
Acostumbro a ello, cuando existe la posibilidad, de
nutrirme del conocimiento de conocedores y expertos en la materia, aunque a
veces opto por acallar el volumen de mi televisor, cuando se pasan de la raya y
la objetividad.
La noche del sábado fue uno de esos días y, en este aparte,
aunque no lo acostumbro, debo decir que la mejor fue la de la televisora local,
que atacó el compromiso con una objetividad que casi rayó en la imparcialidad,
algo que muchas veces se les escapa.
Ahora, lo de ESPN fue insufrible, una verdadera pesadilla.
Sin exagerar, dieron la sensación por momentos de que subirían al ring y se
encargarían de Batista, a quien acusaron de ser más grande y pesado y, por eso,
“aguantaba los golpes”.
En más de una ocasión le dieron el asalto al campeón,
porque a pesar de que Batista fue respondón y se mostró mejor, éste les había
sonreído.
Estoy seguro que, sobre lo escrito, habrá otras opiniones,
quizás mucho más certeras, porque jamás seré dueño de la verdad.
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