‘Mingo’ Castillo, el visionario dirigente que creó los juveniles de béisbol

 Por Nicolás Espinosa Serrano
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

 Su trayectoria en el béisbol es tan larga como los torneos de la categoría mayor. Han sido 63 años desde que, por primera vez, se adentró a un cuadro de béisbol y de allí no salió más nunca. 

Debo aclarar que esas seis décadas fueron solo en su papel como dirigente, porque como jugador, su estadía fue mucho más efímera que el paso de una estrella fugaz en el firmamento.   

Su nombre es Domingo Castillo Vergara, aunque en el béisbol y, principalmente, en los estadios, se le conoce como ‘Mingo’ Castillo, el hombre de los quequis. 

Este santeño de pura cepa, cuenta hoy con 83 años y su mente está tan clarita como hace sesenta, cuando lanzó la idea de montar un torneo que proveyera a la categoría mayor de nuevos elementos. 


'Mingo' Castillo ha estado vinculado al béisbol toda su vida, inclusive como pelotero.

Ese evento fue el nacional juvenil, cuya idea nació en el marco del congresillo del torneo mayor en Santiago en 1961, y que tuvo su primera edición al año siguiente, también en el interior del país. 

En esa oportunidad, la propuesta de ‘Mingo’ Castillo fue respaldada vehemente por el representante de Colón, el profesor Rufo A. Garay. 

Ahora, Castillo no solo fue el visionario de ese torneo sino del Mayor B, que realizó dos o tres versiones en los años 80 y que le buscaba espacio a aquel pelotero juvenil, que no podía desbancar a las figuras de su provincia en la máxima categoría. 

Y qué decir de la liga de béisbol de los 73 corregimientos en Los Santos o el torneo gubernamental de softbol o el sinnúmero de ligas que creó en beneficio de la niñez de su natal provincia. 

En resumen, don ‘Mingo’ Castillo es toda una leyenda en materia deportiva. 

Un fugaz torneo 

“Fueron siete juegos nada más en ese nacional de 1962, sin ninguna concentración, ni refrigerio para las delegaciones”, recordó ‘Mingo’ en una amena charla telefónica. 

Bocas enfrentó a Chiriquí, en David; Coclé a Veraguas, en Aguadulce; Herrera a Los Santos, en Chitré; y Colón a Panamá, en el Juan Demóstenes. Así fueron los partidos de eliminación. 

“La semifinal se celebró en Aguadulce, y los dos ganadores se disputaron el título, quedando Coclé campeón al vencer a Chiriquí, con el profesor José Ampudia como director. Todo, en un solo día”, precisó. 


'Mingo' hace mancuerna desde hace treinta años con Carlos Ortiz (Der.) en Radio Canajagua.

“Es que no hubo plata ese año para realizar el torneo, que estaba a cargo del Departamento de Educación Física y Deportes del Ministerio de Educación, y no nos dieron ni siquiera una sopa de pata de vaca”, reflexionó. 

¿Y cómo se desarrolló el campeonato?, le pregunté. 

“Bien, muy bien”, nos dijo ‘Mingo’ casi que jocosamente, mientras evocaba algunos trazos de esa ocasión. 

“La mayoría de los peloteros estaban pasados, tenían 18, 20 y hasta 21 años, (porque) no hubo control en la edad de los peloteros”, explicó. 

“Nos pidieron un certificado de la fe de bautismo para corroborar la edad, por lo que hubo que ir a las iglesias a pedir una copia, pero al final, eras tú el que le decías al párroco la edad del muchacho. ¡Mira tú!”, ahondó. 

Castillo señaló que el segundo torneo, también por razones económicas, se realizó dos años después (1964) en la provincia de Coclé, y allí las cosas cambiaron un poco para la representación de Los Santos, por lo menos en uniformes. 

“El primer año fuimos con una suetercito blanco, de esos dé a peso, y le pintamos el nombre de la provincia, pero en el siguiente le pedí los uniformes a Ovidio Díaz y me dio unas camisetas blancas con mangas azules”, destacó. 

En la segunda edición del torneo, los ocho equipos se repartieron en dos grupos, uno jugó en Penonomé y el otro en Aguadulce. 

Se realizaron dos partidos eliminatorios y luego un tercero para definir el ganador del grupo, todos desarrollados en un mismo día. En Penonomé, clasificó Bocas; y en Aguadulce, Herrera; que al final se quedó con el título. 

“Los primeros torneos se hicieron para cumplir porque no tenían ningún tipo de atractivo, ya que se efectuaban en abril, después del campeonato mayor. Después que hacías el mayor, lo demás como que no contaba; además, en mayo los muchachos tenían que ir a la escuela”, ponderó Castillo. 

Cambio en el panorama 

Los dirigentes del béisbol realizaron algunos cambios en el programa de competición, buscando con ello darle un valor específico al torneo juvenil. 

Uno de estos cambios fue realizarlo de manera simultánea con el mayor, y fue así como en 1974 se llevó a cabo el torneo más extenso en su historia, al registrar cada equipo un total de 42 partidos en la ronda regular. 

“Los equipos juvenil y mayor viajaban juntos a una provincia específica, donde efectuaban una serie de tres encuentros. Unos días después, se cumplía los partidos de vuelta en doble jornada, donde los juveniles jugaban en horas de la tarde”, refirió Castillo. 

“Este tipo de torneo, el cual inventé, dio margen para que los bateadores y lanzadores alcanzaran mayores números de apariciones, que era a lo que yo aspiraba para la superación del propio pelotero”, destacó. 

La idea – refirió ‘Mingo’- tampoco trajo ningún atractivo en forma directa a los torneos juveniles, porque el tiempo en que un pelotero permanece en la categoría es muy corto, lo que impide que se convierta en una figura a seguir por los fanáticos. 

La presión de algunos medios, opuestos a un torneo juvenil extenso, así como la falta de atractivo para alcanzar su propia identidad, hizo que la Federación desechara la idea de volver a realizar un torneo tan largo, pero cambió las fechas para sus inicios. 

De esta forma, el campeonato juvenil comenzó a realizarse a principios de enero, con poco más de un mes para desarrollarlo, y después se efectuaba el nacional mayor. 

“Esto dio margen para que hubiera un mayor respaldo y permitiera que los  familiares de los peloteros, los acompañaran cuando les tocaba viajar a otras provincias. Eso ayudó mucho en su promoción”, dijo. 

Para ‘Mingo’ Castillo este aspecto fue fundamental para que el juvenil tuviera su propia historia, ya que creció el volumen de fanáticos en los estadios y asimismo los ingresos, lo que permitió que el torneo no fuera una carga económica para los organizadores. 

Otra etapa en la pelota 

Pasado un tiempo, ‘Mingo’ Castillo siguió incursionando en la pelota nacional, pero en el papel de comentarista.

En 1980 incursiona en la radio con Rodrigo Jaén, en ‘Dimensión 55’, de la ciudad de Las Tablas, y a mediados de la década acompaña en las transmisiones a Enrique ‘Kike’ De León, quien narraba los partidos para Radio Mía, en la ciudad capital. 

En los últimos treinta años ha conformado equipo con el narrador santeño Carlos Ortiz, para transmitir exclusivamente los partidos de la novena de Los Santos por Ondas del Canajagua.

“Yo sí he visto pelota, compa”, nos dijo un poco antes de concluir la entrevista y, es totalmente cierto, muy pocos lo han hecho y contribuido como ‘Mingo’ Castillo.

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