¿Doble moral, gula o falta de liquidez?
Por Nicolás Espinosa Serrano
El mundo boxístico pareció ponerse de acuerdo hace aproximadamente un lustro, para que la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) disminuyera su cantidad de títulos mundiales, especialmente los llamados interinos.
La verdad es que eran exorbitantes. En algunas divisiones no solo estaba el campeón regular, sino también el súpercampeón, el unificado, el de receso y el interino. ¡En una sola categoría!
La presión, principalmente de sus más cercanos competidores, surgió efecto y la AMB comenzó a unificar a sus propios campeones y un día, anunció que sus campeones interinos desaparecían progresivamente.
Los que aún quedaran, serían convertidos, en algunos casos, primeros retadores, o serían considerados para pleitos eliminatorios.
Y, en términos generales, la organización más antigua del boxeo rentado cumplió su objetivo, al desaparecer los títulos interinos y, en la mayoría de sus categorías, contar con un solo monarca.
¡Oh, pero qué sorpresa! Mientras la AMB daba un valioso paso en la dirección correcta, para limpiar un poco la imagen que hay de las organizaciones que manejan este negocio, algunos de sus colegas han continuado con la práctica.
Hay una realidad y es que la figura del campeón interino fue efectiva y justificada cuando fue creada, pero su uso fue abusado y prostituido y, en ocasiones, utilizado para agrandar el pedigrí de algunos púgiles. Ejemplos, sobran.
Recordamos que la figura nació en los años noventa de la mano de don José Sulaimán, del CMB, cuando uno de sus campeones se vio imposibilitado de exponer su faja por tener un problema en una de sus retinas.
Se creó la figura y el monarca fue llamado campeón en receso, mientras se reponía de su problema de salud, como en efecto aconteció.
Pero a partir de allí, la figura fue tan utilizada que se malgastó y, como señalé anteriormente, en ocasiones para favorecer el récord de algún que otro boxeador, muy cercano a los organismos.
Hoy, cuando una de las más importantes organizaciones ha borrado del mapa el concepto, las otras insisten y pareciera que para ellos no hay obstáculos ni mucho menos, quién los critique.
Ahora, no nos llamamos a engaños. La pícara motivación de las organizaciones está azuzada por las empresas promotoras, que en realidad son las que mueven los hilos del negocio.
La mayor prueba está en el hecho de que algunas entidades tienen en varias de sus categorías, vacantes los primeros puestos de sus clasificaciones, para acomodar a los boxeadores que, en el rejuego del negocio, les convenga a los intereses de la televisión.
Será por ello que se sigue explotando la figura del campeón interino o por gula, doble moral o iliquidez de las organizaciones.
Varias
podrían ser las respuestas, pero la realidad es que mientras un organismo buscó
poner claras las reglas de juego, otros se han hecho los locos, dejado la del
buen vecino en la bolsa, y han seguido con la fiesta.
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