Panamá consolidó la imagen de la Asociación Mundial de Boxeo
Nicolás Espinosa Serrano
Panamá jugó un papel clave en la consolidación de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), cuando apenas era un incipiente organismo y su credibilidad y estabilidad en 1966 estuvieron en juego.
Era una época en la que la AMB aún no se consolidaba como entidad aglutinadora, mientras el boxeo crecía en América, Europa y Oriente, así como los intereses económicos a su alrededor.
Creada por un grupo de visionarios en 1962 y teniendo como matriz la National Boxing Association (NBA), la joven organización se vio en una encrucijada que casi la borra del mapa deportivo.
Un grupo de dirigentes estadounidenses anidaba la posibilidad de que se volviera a los tiempos, en que las comisiones americanas eran las todopoderosas, en el devenir del pugilismo internacional.
Al tiempo que los líderes del Consejo Mundial Boxeo, creado un año después que la Asociación, movían fichas, cual juego de ajedrez, para tratar de absolverla en su totalidad.
Ese fue el marco de situaciones que se vivió en la 47 convención anual de la AMB en la capital panameña, con la presencia de decenas de delegados de todo el mundo.
En esa reunión hubo que, literalmente, torear a los que, por un lado, propugnaban por revivir la NBA y, a los que, por otro, pedían la anexión al Consejo Mundial de Boxeo.
Un poco de historia
El boxeo mundial como lo conocemos data del siglo
XVII, aunque existen indicios de que sus orígenes son tan viejos como
Matusalén, por lo que sus investigadores tienen una, dos y hasta tres fechas de
sus inicios.
La actividad fue evolucionando y con el devenir de los tiempos se convirtió en un pasatiempo, en el que en un principio no existieron reglas, pero que siempre, como características, había un premio para el vencedor.
Así fue que llegaron las primeras reglamentaciones y los primeros guantes, y los estadios circenses, bares y cantinas, fueron sustituidos por escenarios adecuados.
Fue así como, pasados los años, nació oficialmente la National Boxing Association en 1921, que en principio reunió a las comisiones estadounidenses y que, poco a poco, fue atrayendo organizaciones de América y Europa.
Su aparición disminuyó hasta cierto punto la influencia de las comisiones estadounidenses, algunas con el poder de reconocer títulos que, en algunos casos, tenían el rango de mundiales.
Sin embargo, la influencia e imagen de la NBA creció más rápido que sus propias expectativas, lo que obligó cuatro décadas después a crear otra mucho más abarcadora.
Así aparece la AMB.
No nos equivoquemos. Los americanos jamás perdieron su poder e influencia y lo prueba el hecho de que los primeros treinta y tantos presidentes que hubo entre 1921 y principios de los 70, fueron norteamericanos, preferiblemente estadounidenses.
Dirigentes de prestancia
Latinoamérica, principalmente Panamá, tuvo varios dirigentes con gran influencia en esos primeros años de la AMB, que ayudaron al crecimiento y consolidación del boxeo de la región.
En el caso nuestro, ninguno pudo superar en jerarquía y prestancia a Elías Córdova y a Rodrigo Colón Sánchez, llegados al boxeo capitalino en los años 50.
Fueron verdaderos líderes en el ámbito internacional y su influencia permitió, que poco a poco el boxeo latinoamericano fuera tomando mayor jerarquía.
“Ambos tenían don de mando. Fueron unos personajes únicos, con los cuales se aprendió mucho”, señaló el expresidente de la Comibox capitalina, Miguel Prado.
Destacó que, a pesar de la diferencia de caracteres, “se llevaban de maravillas”.
“El Dr. Córdova era de un carácter recio, de tomar decisiones a veces a voluntad, pero positivas. Sánchez sabía escuchar, se ganaba el aprecio de una manera gentil, pero cuando había que tomar decisiones, lo hacía sin titubeos”, recordó.
“A los dos se les respetaba mucho a nivel internacional e hicieron de la AMB un baluarte en el manejo de la actividad del boxeo”, añadió.
Córdova fue coordinador internacional y vicepresidente de la organización, un poco antes de que fuera escogido para dirigirla por varios periodos, al igual que aconteció con la carrera de Sánchez.
Esto ocurrió no solo por sus carismáticas figuras sino porque tanto uno como el otro, se habían erigido en las voces que propugnaban por el mejoramiento integral del boxeo latinoamericano.
Un año crucial
Un año en que se demostró esa gran influencia latina fue precisamente 1966, cuando la AMB daba dudosos pasos como organismo mundial, y tenía entre sus filas a sus principales detractores.
Una de las fallas de las que se le acusaba, era la frágil y dubitativa dirección de su comité ejecutivo ante la unilateral interpretación de las reglamentaciones, por parte de sus organizaciones miembros.
“Ello ha ocurrido porque entre los ejecutivos de la AMB no ha habido afinidad de criterio en sus planteamientos, y porque cada organismo afiliado ha pretendido seguir normas y procedimientos peculiares, pasándose las regulaciones que aprobaron o admitieron”, señaló en una nota de la época, el periodista Ricardo A. Pardo, en La Estrella de Panamá.
No obstante, estas reclamaciones eran un pequeño bajareque y, quizás, una distracción, de quienes pretendían socavar la credibilidad y permanencia del organismo, para hacerla desaparecer e instituir otras.
El propio presidente del organismo, el estadounidense James Deskin, llevaba la propuesta de crear la Federación de Boxeo Estadounidense, mientras otros pretendían hacerla desaparecer y afiliarse al CMB.
Ambas propuestas fueron desechadas un día antes de la convención en una reunión del comité ejecutivo, y se aceptó, además, la renuncia de México, sede del Consejo, como miembro del organismo.
Un líder nace
Dice un viejo adagio que los “líderes nacen, no se hacen” y esto podría caerle al doctor Elías Córdova, quien ese año desechó una propuesta para ser presidente de la AMB.
Las condiciones se dieron y eso lo corroboró el director ejecutivo de la entidad, Jay Edson, quien viajó meses antes de la convención a Panamá y dejó entrever esa posibilidad.
Mientras que el licenciado Rodrigo Sánchez lo afirmó a una revista colombiana, señalando que la oportunidad se esperaba desde hacía algún tiempo.
“Cuando se hizo la convención en Panamá en 1966, tuvimos la gran oportunidad, pero el doctor Córdova se negó rotundamente, para no colocar a los convencionales en la situación de tener que aceptar por estar en Panamá”, dijo.
Sin embargo, el desprendimiento del galeno panameño fue mucho más allá, en aras de mantener la unidad entre los latinoamericanos y el poderoso bloque estadounidense.
Por ello, aceptó hacerse a un costado, evitando el resquebrajamiento de una endeble organización, que buscaba su consolidación.
En 1974 y por los siguientes tres periodos, Córdova dirigió los destinos de la AMB, similar a lo que le ocurrió a Sánchez entre 1979 y 1982, años en los que se fortaleció los vínculos con Europa y Oriente.
No obstante, la tirantez entre la AMB y el Consejo se mantuvo, principalmente en Panamá, donde se prohibió que las comisiones avalaran peleas de este último organismo.
La
Asociación Mundial de Boxeo nombró a Córdova como su presidente vitalicio al
inicio del nuevo siglo.
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