Derecho a la vida, derecho al trabajo


Por Nicolás Espinosa Serrano

La Declaración Universal de Derechos Humanos es clara. 

Todo individuo tiene derecho a la vida, al trabajo... a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo... Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar.” (Declaración Universal de Derechos Humanos, Naciones Unidas, 1948). 

Lo acontecido hace muy poco a los púgiles Alberto Mosquera y Jonathan Miniel, a quienes la comisión de boxeo del distrito capital suspendió con un año y seis meses, respectivamente, por ir a pelear a República Dominicana sin el debido permiso, es de escándalo. 

No lo es por la suspensión, que merecidamente la tienen, porque existe un orden en toda actividad y, en ese sentido, ningún boxeador, en ese caso, está por la libre. 

Es de escándalo porque ninguno de los dos púgiles fue escuchado, ni para el descargo ni para posiblemente disculparse por el PECADO cometido, el día que fue dictaminada la SENTENCIA, sino una semana después, cuando se les reiteró la suspensión. 

Sin ser abogado ni mucho menos, hubo un fallo de procedimiento, que se cumple hasta en las escuelas primarias de Panamá, porque existe un orden, que algunos llaman constitucional. 

Un estudiante es sancionado, su acudiente es citado y las partes, incluyendo al docente, se les escucha en la administración del plantel, tras lo cual se toma una decisión final. A veces se reitera la sanción, en otras se les reduce y, en algunos casos, se revierte. Es fácil. 

Esto no sucedió, según lo detalla el propio púgil Mosquera en un escrito presentado en la Comibox, para la reconsideración de la sanción. 

“El día lunes 27 de febrero de 2023, la Comisión de Boxeo en su reunión ordinaria (…) se reúne a puertas cerradas y sin nosotros estar presentes (Alberto Mosquera y Jonathan Miniel) se decide imponernos una suspensión (…) SIN OIDA PARTE, violando de salida un precepto constitucional y legal de que nadie podría ser juzgado y mucho menos sentenciado sin ser escuchado”. 

Pero la Comibox, que cuenta con varios profesionales del derecho, además se le olvidó redactar la resolución que hablaba de la sanción, y solo se apoyó en: “que consta en acta”, por lo que al Mosquera presentar el escrito en mención, también lo hizo de oídas, porque no pudo rebatir ninguna palabra o párrafo, y no pudo referirse a ningún artículo del reglamento, porque no existe ningún documento al respecto. 

“Elaboramos un escrito al que no podríamos titular de recurso de reconsideración, ya que para el mismo sería necesario CITAR LA RESOLUCIÓN ADMINISTRATIVA que nos suspende, saber cuáles son los recursos que cabe interponer ante la misma, el artículo del reglamento violentado (…)”, destacó el púgil en su nota. 

“Aún estamos esperando dicha notificación oficial y copia de la Resolución Administrativa con el propósito de recurrirla”, añadió. 

Ahora, para subsanar el error ‘administrativo’ en el país de indios, la Comibox sí hizo una resolución para rechazar el recurso de reconsideración. ‘Fallamos en una, pero no dos veces’, habrán pensado. 

Una cosa más. Pese a los errores administrativos cometidos por la Comibox, que, si fueran hechos en un caso criminal, ya veríamos al acusado en libertad ante las fallas de procedimientos, pensaría dos veces en levantarle cualquier suspensión a Mosquera si fuera reincidente. Pero no es así. 

Según el empresario Sergio González, quien ha asumido la defensa de Mosquera, éste ha salido solamente en cuatro ocasiones del país, y ésta fue la primera vez que falló. 

Es cierto, dijo González, que ha tenido problemas, uno de ellos familiar y en otro sobre un supuesto dopaje que no se dio, pero más allá de eso, nada. 

Ahora bien, el caso pasará al departamento de asesoría legal del Instituto de Deportes, frente a la apelación que se hizo al rechazo del recurso de reconsideración, así es que todavía hay algún rollo que cortar. 

Siento que este es un caso que pudo haberse resuelto en una forma más sencilla y armoniosa, pero a veces nos sentimos DUEÑOS DEL MUNDO. 

A mi parecer, la Comibox fue muy severa, injusta y hasta ilegal en su proceder, con respecto a dos jóvenes que tienen a la práctica del boxeo, como el sustento principal de sus familias. 

No tengo amistad con ninguno de los dos púgiles; es más ni los conozco y, en el caso de Alberto Mosquera, resiento como amante de esta actividad, que haya perdido grandes oportunidades en el pasado. 

Sin embargo, esa es otra historia. Mosquera y Miniel, así como sus familias, tienen derecho a la vida, tienen el derecho al trabajo y por eso es que apostamos a ellos.

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