Julio Osorio Quintana, el eterno capitán del baloncesto istmeño

Por Nicolás Espinosa Serrano

Julio Osorio (centro) fue el abanderado en los juegos Olímpicos de México.

El baloncesto nacional vivió una época de oro entre los años de 1946 y 1970, cuando surgieron las más grandes figuras que ha dado esta disciplina en toda su historia. 

No obstante, los últimos cinco años (1965 y 1970) fueron los más fructíferos, cuando un grupo de jóvenes lo convirtió en la máxima expresión del deporte nacional. 

No hubo competición en la que no subieran al podio, ya sea para cobrar una medalla de bronce, como en los Panamericanos de Winnipeg (1967), o la de oro en los Centroamericanos y del Caribe de Panamá (1970). 

Asimismo, la de plata en los Bolivarianos de Ecuador (1965), y los primeros lugares en los Centrobasket de El Salvador (1967) y Cuba (1969). 

En fin, grandes actuaciones que nos llevaron por primera y única ocasión a unos juegos Olímpicos en México (1968). 

En ese especial grupo estuvo un joven que desarrolló todo su potencial, precisamente en ese tiempo. Nos referimos al espigado chorrillero Julio Osorio Quintana. 

La interacción entre técnicos y jugadores fue clave para alcanzar triunfos.

Un paréntesis. Osorio en ese momento era uno de los más experimentados, si se toma en cuenta que sus primeros pasos los dio en 1961, cuando se gana la medalla de oro en los Bolivarianos de Barranquilla. 

Era la época de otra pléyade de baloncelista, como Rogelio Aikman, July Andrade, Francisco Checa, Ramón Reyes, Franklin Holness y Othaway Massiah, entre otros. 

Tal vez fue por esa relativa experiencia o su personalidad que fue nombrado capitán del seleccionado, cargo que ocupó durante 15 de los 17 años en que vistió la franela nacional. 

Hoy, a sus 82 años, Julio Osorio recuerda esos momentos con nostalgia y sentimientos encontrados, porque a pesar de todo el ‘sudor y lágrima’ que brindó, jamás sus esfuerzos fueron reconocidos. 

En 1975, cuando decidió recoger sus bártulos y retirarse del quinteto istmeño con 34 años a cuesta, no hubo un solo homenaje, ni una sola fanfarria en su nombre. 

Sin embargo, su retiro definitivo se dio dos años después en una serie amistosa en Puerto Rico, donde viajó como asistente del director, pero tuvo que jugar al no viajar el quinteto completo. 

Netamente chorrillero 

Osorio nació y se crio en el popular barrio capitalino de El Chorrillo, muy cerca de la escuela Manuel Amador Guerrero, donde había la posibilidad de jugar béisbol, fútbol y baloncesto. 

“Tuve la suerte de nacer en calle 21 Oeste de El Chorrillo, donde había una cancha en la escuela Manuel Amador Guerrero, que la hicieron para los juegos del 38”, recordó. 

El deporte de sus amores era y sigue siendo el fútbol, aunque solo jugó hasta la tercera división porque cuando estaba listo para ascender, el organizador de todas las ligas del barrio, León ‘Cocoliso’ Tejada, lo “echó fuera”. 

Panamá fue grande en el baloncesto y Julio Osorio uno de sus abanderados.

Tejada vio que el otrora pequeño y flacucho muchacho se había crecido ‘de la noche a la mañana’, por lo que pensó que era mejor ubicarlo en un deporte acorde a su tamaño. 

“Tuve la suerte, aunque en ese tiempo me puse molesto, que el señor ‘Cocoliso’ me echara fuera. Me dijo que jugara baloncesto y me metió en un equipo que se llamaba Elvia de Flores”, señaló. 

“Siempre recuerdo esa época, en que estudiaba en el Arte (y Oficios). Me crecí de repente y los pantalones me quedaron cortitos y mi mamá tuvo que hacer parapetos para que me quedara”, matizó. 

Así comenzó su vida por el baloncesto a los 17 años, en un equipo dirigido por una leyenda de ese deporte, Luis ‘Andamio’ Arosemena. 

Época de aprendizaje 

Osorio vio y jugó mucho baloncesto en sus primeros años, ya fuera en la liga intercolegial, en la del barrio o en la distritorial, por lo que siente que su crecimiento técnico fue tan espontáneo como el físico.  

“Hubo bastante gente que me dirigió, pero ninguno tuvo que ver con mis conocimientos, ya que eso lo hice viendo a jugadores como ‘Rombo’ Pérez, ‘Nino’ Castorina y ‘Andamio’ Arosemena”, precisó. 

También influyeron unos militares estadounidenses acantonados en la Zona del Canal, algunos exjugadores profesionales, que llegaban en ocasiones a la cancha del sector de Barraza. 

“Nosotros aprendimos bastante de ellos”, destacó. 

 Así fue creciendo hasta que fue convocado por un vecino del barrio, Luis ‘Rombito’ Pérez, para formar parte del equipo que estuvo en 1961 en los Bolivarianos de Barranquilla. 

Allí se encontró a otras figuras del basket criollo, algunos citados en los párrafos iniciales, con los que terminó de pulir sus conocimientos y a los que volvió a acompañar en los Centroamericanos y del Caribe de Jamaica. 

Fue para esa época que se vio enrolado en el baloncesto chileno, cuando Eligio Ocaña, quien estudiaba en ese país, le habló de la posibilidad de jugar para la Universidad de Chile. 

“Ocaña me habló y acepté la oferta, porque mi mamá (Leonidas Quintana) siempre tuvo la esperanza de que fuéramos alguien en la vida”, señaló. 

La aventura de Osorio duró dos años y, quizás hubiera durado más, pero la situación económica de su familia no era la mejor, y tenía responsabilidades que atender en Panamá. 

Volvió a su país natal y logró encontrar trabajo en la Caja del Seguro Social, donde tras 35 años de servicios, llegó a jubilarse.

El eterno capitán 

Osorio vistió la camiseta nacional por 17 ininterrumpidos años, en los que formó parte de varios quintetos con muchas grandes figuras, y en diversos torneos internacionales. 

En ocasión de los juegos Bolivarianos de Ecuador de 1965 fue nombrado el capitán del quinteto, cargo que cumplió a cabalidad por los siguientes diez años. 

No sé ni quién me nombró capitán, sería porque no hablaba mucho, pero recuerdo bien que nadie se opuso”, recordó. 

Siente que por ser el capitán fue que lo escogieron para ser el abanderado, en las Olimpiadas de México 68 y los Centroamericanos y del Caribe de Panamá. 

“Había que escoger a alguien y buscaron los méritos que había tenido el baloncesto y llamaron al capitán del equipo, creo que fue por eso”, señaló. 

“Además, no había muchos atletas; nada más fueron cuatro o cinco deportes, aparte de nosotros”, añadió. 

Desde esa posición se considera apto para señalar, cuál fue el mejor quinteto con el que jugó, así como escoger a los cinco mejores jugadores con los que jugó. 

Mencionó al equipo de 1970, quizás porque venían juntos desde hacía un tiempo y, entre los mejores, mencionó a Davis Peralta, Pedro Rivas y ‘Pancho’ Checa adelante, y a Luis Sinclair y Eugenio Luzcando atrás. 

Osorio también tuvo muchos técnicos a su haber, entre ellos, ‘Rombo´ Pérez, ‘Andamio’ Arosemena, Francisco Brown, Carl Pirelli Minetti y Eugenio Luzcando. 

Sin embargo, escogió como el mejor a su excompañero de selección, ‘Grillo’ Holness. “Podía tener un jugador malo y lo hacía bueno”. 

“Era un director pintoresco, que ayudaba a los jugadores y daba instrucciones para mejorar tu rendimiento, algo que casi nunca vi en otros directores”, finalizó.

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