“Nuestra pasión es el béisbol”, afirma Eric Espino
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)
Eric Espino lo ganó todo en el béisbol. Bueno casi todo, porque en su época no había dinero y aún así, siente que jugó en uno de los mejores momentos, porque se hacía por amor y respeto al deporte y a la provincia.
Se destacó en casi todos los departamentos que tiene el juego e inclusive, fue el primero en conectar 500 imparables en la historia de nuestro béisbol mayor.
Pese a ello, el veragüense
con cédula santeña es más conocido hoy, por lo folclórico y didáctico que son sus
intervenciones, como comentarista de béisbol en radio y televisión.
Espino agregó palabras y frases folclóricas en sus comentarios, buscando hacer más atractiva la descripción de un deporte ‘aburrido’, y de paso con experticia y anécdotas.
No obstante, cuando han pasado casi treinta años desde la primera ocasión en que se puso la chaqueta de comentarista, hoy se pone la de escritor al publicar la obra ‘Nuestra pasión, el béisbol’.
Con ella, busca exhortar a la juventud panameña a que practique el deporte que le apasiona, pero por ninguna circunstancia, abandone sus estudios.
El libro tiene un costo de 10 dólares, dinero que será donado a la fundación ‘El Árbol de Libro’, de Coclé, dedicada a incentivar la lectura y a apoyar a las personas que desean aprender a escribir.
El libro, un
legado
Espino nos dijo que el libro presenta su niñez, luego su juventud y más tarde su edad adulta, las vicisitudes que tuvo y los triunfos que logró, casi todos acompañados de vítores y aplausos de los fanáticos.
“El hombre no se
puede ir si no plasma su vivencia, su historia, y más cuando hace un llamado a
la juventud de que tiene que seguir sus estudios”, sostuvo.
“El deporte es pasajero, hoy te aplauden y piensas, equivocadamente, que tienes el mundo en tus manos, pero cuando pasa la temporada, nadie se acuerda de ti”, añadió.
La obra enfatiza de que la mejor forma de destacarse en la vida, es forjándose un futuro a través de los estudios y, si en el ínterin, triunfas en el deporte, entonces serán dos cosas por las que celebrar.
Espino tuvo alrededor de veinte años en la pelota mayor, tiempo suficiente para tener muchas vivencias, algunas positivas y otras no.
“Viví situaciones de cómo un pelotero fracasaba en la escuela por jugar béisbol o abandonar sus estudios, perder su trabajo y hasta su familia por ello”, afirmó.
“También los vi
quedar lisiados por una mala caída o un mal deslizamiento, porque no es fácil
jugar béisbol y antes era peor, porque el terreno era de gravilla y te podías
cortar”, explicó.
Señaló que -en su caso- supo mezclar ambas cosas, porque tenía un objetivo, una meta por cumplir. “Si no hubiera hecho eso, ¿Dónde estaría y trabajando dónde?”, se preguntó.
“Si jugaba en David, a la medianoche tomaba el expreso hacia Panamá para ir al día siguiente a la universidad, donde estudiaba farmacia. Esa es la diferencia”, agregó.
Al final, tuvo su recompensa.
En el béisbol, lo conquistó prácticamente todo, ya que fue campeón bate, jonronero, jugador más valioso, campeón en la antesala y se retiró con un promedio de .343 tras 20 años en la brega, además, de 67 cuadrangulares.
Obtuvo su licenciatura en farmacia y tras un tiempo como funcionarios en el Seguro Social, practicó la docencia universitaria por más de tres lustros, dictando las cátedras de química y física.
Además, preside
una cadena de farmacias de su propiedad.
Eric, el comentarista
Pero vayamos un poco atrás en la historia y rescatemos los momentos, en que comenzó a codearse con los que narran las hazañas de los atletas, a través de la radio y la televisión.
“A principios de los año 90 comencé a plantearme la posibilidad de mi retiro y casi que en forma casual, llegó la invitación para comentar los partidos en las transmisiones de La Exitosa con el señor Rafael ‘Chéquele’ Samudio”, recordó.
En La Exitosa estuvo muy poco tiempo antes de formar parte del grupo radial de Víctor Raúl Vásquez, en las que le tocó hacer mancuerna con el narrador nicaragüense Julio ‘Porteño’ Jarquín.
“Jarquín me asesoró y me dio muchos consejos, al igual que lo hizo ‘Chéquele’ Samudio, los cuales me ayudaron en mi desenvolvimiento”, destacó.
“Recuerdo que era muy difícil comentar con Jarquín porque sabía mucho de fundamento y los espacios que me dejaba (para comentar) eran pocos, así que tenía que inventar otras cosas para no repetir lo mismo”, explicó.
En 1995 fue que llegó, podría decirse, su gran momento, ya que el periodista José Lemo Jiménez le preguntó si le gustaría formar parte del grupo deportivo de RPC Radio, entre los mejores.
“Quedé comentando junto a (José) Pepe Cortés, Rubén Pinzón, Carlos Roseman y Lemo, por lo que me preparé porque no era cuestión de improvisar”, destacó.
“Me puse a pensar
que los comentaristas sabían de béisbol, pero cuánto de fundamentos o de
reglamentos y me fui por allí, porque los primeros los aprendí jugando, y los
segundos, estudiando”, matizó.
“Después cuando trabajé en la televisión me percaté que era muy monótono, así que pensé que podría agregarle algo de alegría, cosas folclóricas, y cambié el sistema de comentar”, expresó.
Fue así como Eric Espino se fue abriendo paso entre los veteranos comunicadores del béisbol local, y llegó hasta comentar en unos juegos olímpicos.
Para Espino todo fue “un accidente”, porque no estaba programado. “Recuerdo que se había reunido a un grupo para ese evento y tuvieron dos meses practicando, ensayando, pero yo estaba fuera”, dijo.
“Como al tercer día de los juegos, fui a la empresa a presentar una factura y me dicen que fuera a los estudios, me pusiera un micrófono y dijera algunos pregones”, recordó.
“Pregunté el por qué, pero no me dijeron, y pensé ‘deja que me den el micrófono, para que vean que voy a decir todo lo contrario a las indicaciones’”, comentó.
Espino está convencido de que hay muy buenos comentaristas, pero algunos son muy técnicos y otros buscan palabras rebuscadas en el diccionario, lo que a veces no permite conectarse con el receptor del mensaje.
“Al pueblo le gusta palabras sencillas, campechanas y en ese detalle me apoyé, porque en algunos casos había practicado el deporte en la escuela, y en otros inventé palabras conocidas de la hípica y los pregones comenzaron a fluir, como el de chumbulún”, detalló.
La cereza en el pastel fue la competición de atletismo, donde apoyado por los profesores que actuaron como asesores, hubo ‘carritos de pago’, ‘ganadores de 2.20’ y ‘pagos al portador’.
“A partir de allí,
ya no me dejaron ir. No tenía vida propia, porque entraba en la mañana y salía
en la noche, pero yo contento (…), el deporte me apasiona”, aseveró.
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