Luis Ibarra, la ‘Marabunta’ que llegó dos veces a campeón

Por Nicolás Espinosa S.
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

Luis 'Marabunta' Ibarra (ilustración en plumilla del arquitecto Luis Castañedas).

Recuerdo la primera vez que vi pelear al ex doble campeón mundial colonense Luis Ibarra. Corría el año de 1976 y se presentaba en una cartelera en la Arena de Colón.

Era un púgil de apenas seis peleas, que iba en plan de co-estelarista ante el dominicano Juan Pimentel, un boxeador que volvía a los cuadriláteros tras casi dos años de inactividad. 

La contienda se inició con un aburridísimo primer round y cuando el segundo se vislumbraba con similar panorama, el tercer hombre del ring, no recuerdo si Salomón ‘Beby’ Allen o Francisco Burac, los llamó a capítulo en medio de los abucheos del respetable. 

“Aquí vinieron a pelear y si no lo hacen, los saco”, fueron las palabras, más o menos, que utilizó. La verdad es que no podría precisar qué les dijo, ya que me encontraba sentado en las gradas, pero los gestos con sus brazos, nos lo dijo todo. 

Quince años después, en medio de una improvisada conversación en el mismo escenario de la refriega, Ibarra me confirmó que, más o menos, ese fue el pequeño discurso que les dio el réferi. 

Pues bien, después de ese jalón de orejas, el prospecto colonense puso manos a la obra. Fue como si lo hubieran despertado o cambiado las pilas. Ibarra se fue pa’ encima y rápidamente puso al quisqueyano a bailar un merengue ripiao. 

Un minuto más tarde, las personas cercanas al cuadrilátero pudieron notar el anuncio publicitario en la suela de las zapatillas de Pimentel. Una combinación de derecha e izquierda del colonense, le habían apagado los ‘brights’, como se decía coloquialmente en Colón. 

Después de ello, Ibarra se constituyó en toda una sensación, por lo que algunos lo llegaron a ver como el claro sustituto de Alfonso ‘Piedrita’ López, en las categorías pequeñas, y no se equivocaron. 

Uno a uno fueron cayendo los rivales. El capitalino Enrique ‘Papi’ Torres, el colombiano Jaime Ricardo, el también colonense Rafaelito Pedroza y el costarricense Félix Madrigal, quien había encajado derrotas con el chileno Martín Vargas y el venezolano Betulio González. 

Luego vino el pleito con el colombiano Prudencio Cardona en Barranquilla, con quien perdió su condición de invicto e hizo peligrar su ya ganada clasificación mundial en la división de los moscas (112 libras). 

Luis Ibarra, a quien se le puso el mote de ‘Naja’ y ‘Marabunta’, pudo vengar poco después esa derrota, pero acá en Colón, en un cerrado pleito que se fue a los diez asaltos. 

Después llegaron los exitosos encuentros como aspirante, con los campeones mundiales Betulio González y el argentino Santos Benigno Laciar. 

Recuerdo esa pelea con el ‘despeinado’ de Betulio, en 1979. Nuevamente me encontraba en la Arena de Colón, cuando el anunciador de la cartelera informó al respetable público, que Ibarra se había coronado campeón de los moscas al vencer al vale por decisión en su propia casa. 

Esa noche peleaban Ricardo ‘Loco Loco’ Bennett y Ulises Morales, en la que se constituyó en la función más taquillera de todos los tiempos en el coliseo de la Calle Sexta. Así que, como podrán imaginar, había gente pa’ tirar pal’ aire. 

“Esa noche sabía que Ulises y yo impondríamos un récord porque en el camerino aspire profundo y lo que recogí fue un aire caliente que venía de afuera”, palabras más, palabras menos, que me dijo Ricardo en una ocasión que hablamos sobre el particular. Pero, esa es otra historia. 



Al ‘Naja’ Ibarra los títulos no le duraron. En un abrir y cerrar de ojos se le fueron de las manos. El primero frente al surcoreano Tae Shik Kim, y el segundo ante el mexicano Juanito Herrera. 

Lamentablemente fue un campeón de papel, como han existido muchos en Panamá, lo que no hizo justicia, desde mi punto de vista, con la clase de púgil que fue el colonense. 

Es cierto, con el pasar de los años se puso mañoso y su estilo fue poco agradable (amarraba demasiado), pero en su mejor momento, fue un gran guerrero y, por algo, llegó a ser monarca en dos ocasiones y frente a dos excelentes pugilistas. 

Un día del año 2016, me encontré a Luis en un café de la calle Ocho y avenida Central (Paseo del Centenario), y recordamos muchas historias y me contó otras. 

Sin embargo, lo que se me quedó grabado en la memoria fue algo que dijo un poco antes de irse. 

“Si te algo estoy muy orgulloso, es que a pesar de las necesidades y de las oportunidades que se dieron, nunca hice nada deshonesto, no consumí drogas y hasta hoy, jamás me he tomado un trago de ron. Nadie te puede obligar a hacer algo que tú no quieres, y así se los hice saber en más de una ocasión a mis dizque amigos”, señaló.  

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