Jackie Robinson en Panamá, todo un acontecimiento

Por Nicolás Espinosa Serrano
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

 

Jackie, cuando aún era miembro de los Royals de Montreal. 

Las Ligas Mayores de Béisbol (MLB) de los Estados Unidos conmemoran este jueves, 15 de abril, el “Día de Jackie Robinson”, ya que fue en una fecha como ésta en que el gran pelotero norteamericano comenzó a formar parte del mejor béisbol del planeta, convirtiéndose de paso en el primer afroamericano en hacerlo. 

Robinson inició su exitosa carrera en las Mayores con los Dodgers de Brooklyn, a quienes también se les conoció como los Esquivadores, y que finalmente terminaron como los Dodgers de Los Ángeles, al trasladarse a esa ciudad californiana. 

Precisamente fue por ese hecho que decenas de miles de personas de la pelota, se hicieron fanáticos a rabiar del equipo del legendario Branch Rickey. Éste hizo algo que muchos dueños de las Mayores deseaban hacer, pero les faltó pantalones.   

La picardía, la velocidad innata y la forma aguerrida de jugar del pelotero negro, era ‘salvajemente’ de escándalo, y tarde o temprano la decisión iba a tomarse, porque el béisbol de los hombres blancos se había vuelto algo aburrido, insípido. 

Simplemente, Rickey se le adelantó a la historia.    

Pero, de estos hechos no es que nos vamos a detener hoy, porque hay decenas, cientos y, quizás miles de escritos que hablan al respecto. 

Nos vamos a referir a un hecho en particular, que fue la llegada de los Royals de Montreal, equipo de Triple A, y de los Dodgers de Brooklyn a Panamá, en marzo de 1947. 

La Liga de Béisbol Profesional de Panamá estaba en su apogeo, principalmente, por la fuerza que les daba el estar asociados a empresarios norteamericanos. 

Ambas franquicias venían de realizar una serie de encuentros en La Habana, con equipos profesionales del béisbol cubano, y ahora lo harían con otros similares en la capital panameña. 

La llegada de los Dodgers causó un gran entusiasmo en la sociedad deportiva istmeña, tanto o igual a cuando estuvieron en esta capital los Yanquis de Nueva York. 

El equipo grande angelino, dirigido por Leo Durocher, trajo a Duke Snider, Eddie Stanky, “Pee-Wee” Reese y Carl Furillo, en tanto que los Royals a Jackie Robinson, Roy Campanella, Don Newcombe y a Gene Mauch, entre otros. 

A pesar de que la presencia de los Dodgers era de gran entusiasmo entre los fans de la pelota local, la realidad era que en los mentideros deportivos la calentura estaba en ver jugar a la sensación, Jackie Robinson. 

Tan real era este hecho, que los promotores locales habían garantizado ingresos en taquillas por el orden de los 35 mil dólares, si Robinson jugaba en Panamá y, así fue. 

Cuando los Dodgers jugaron frente al campeón General Electric, que por cierto fue el único encuentro que perdieron los gringos, solo asistieron dos mil aficionados, pero cuando el Montreal lo hizo frente a los mismos rivales, seis mil fanáticos abarrotaron el Estadio Olímpico. 

Y qué decir del estadio de Rainbow City (Jaime Vélez), hoy cual potrero en la ciudad de Colón, donde más de cuatro mil fanáticos se dieron cita para ver a Robinson y, de paso, a Roy Campanella, el segundo afroamericano en pisar la tierra prometida. 

Por cierto, el único partido que perdieron los Dodgers fue contra el General Electric, cuando Vibert Clark pegó imparable con las bases llenas en el séptimo episodio, y amarró desde el montículo a sus adversarios en sustitución del abridor Pat Scantlebury. 

Sin embargo, no todo fue gozo y satisfacciones para los fanáticos panameños. 

Luego de su primer partido en el hoy conocido estadio Juan Demóstenes Arosemena, que actualmente es otro potrero, Robinson le dijo al periodista que los acompañaba que se sentía incómodo porque más parecía un coliseo para jugar fútbol americano. 

Ese comentario no cayó muy bien, sobre todo porque ya se llevaban algunos años de jugar pelota profesional, en el que habían participado jugadores de las Mayores, incluyendo al legendario Joe Dimaggio con los Yanquis, y nunca se comentó nada al respecto. 

Es posible que ahora salga algún locuaz lector a comentar que es posible que Dimaggio u otros hicieran el mismo comentario, y no se publicara nada al respecto, y diría que podría estar en lo cierto. 

No obstante, también lo es que nunca los medios publicaron algo sobre el particular, como fue el publicitado comentario que hizo el puertorriqueño Roberto Clemente sobre el entonces estadio Municipal de Colón (Roberto Mariano Bula), hoy también convertido en un potrero, cuando los Piratas de Pittsburgh visitaron nuestro país en los años 70. 

Pero, esta es otra historia.

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