El ‘Ñato Brizuela’ y sus andanzas por el boxeo

Por Nicolás Espinosa Serrano
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

 

Hace poco me enteré de la muerte del ‘Ñato Brizuela’. Bueno, en realidad su deceso se registró hace un par de años aproximadamente. Coincidí en el tren con un amigo en común y me lo comentó: fue encontrado desmayado una mañana en una de las bancas del viejo parque de Santa Ana, pero en realidad había dejado de existir.

Conocimos al ‘Ñato Brizuela’ cuando aún existía el gimnasio de El Marañón, en el lugar donde hoy queda el Mercado del Marisco. Era un viejo simpaticón, que vendía pendejaditas en las calles cercanas al Barrio Chino y entre las once de la mañana y las 12.30 de la tarde, se “arrimaba” a ver los entrenamientos en el viejo hangar.

Eran mis días como reportero deportivo del diario La Prensa.


Foto ilustrativa de la posible caída que tuvo el contrario del 'Ñato'.
 

Un día se me acercó y después de intercambiar saludos, me dijo. “Carajo, cómo esta muchachada de pelao's me recuerdan mi época de gallito de pelea”. La verdad fue que en ese momento supe que el ‘Ñato Brizuela’ había sido boxeador, aunque su maltratado físico parecía más bien el de una figura del pancracio, de la lucha libre.

Es más, Brizuela ni era ñato, ni se llamaba así, aunque realmente nunca conocí su verdadero nombre. Una vez me contó que tuvo que cambiárselo porque su abuela, quien lo estaba criando junto a otros cuatro escuincles, se había enterado de su amor por las trompadas y le advirtió que se “dejara de esas vainas” o conocería realmente a quien le pesaban “realmente las manos”.

La verdad es que nuestro amigo tuvo una carrera poco exitosa y algo efímera en el negocio de las “narices chatas” y “orejas de colifor”, pero no fue por Ma'Linda, como llamaba a su abuela, sino porque muy temprano se enteró que el boxeo es ingrato, y no es para todo el que sueña ser algún día campeón del mundo.

Sus andanzas por los afamados cuadriláteros no sumaron muchos encuentros, todos en un año y siempre acompañado por su entrenador, apodado “Piñata”, un señor bajito y panzón que siempre le decía que llegaría a ser campeón del mundo, como Jack Johnson o Jack Dempsey, o un ídolo como José Lombardo o Ismael Laguna.

“Siempre me decía antes de que tocara la campana, 'Que tengas suerte, Ñato', ese era su pregón”, me dijo en una ocasión mi avejentado amigo.

Pero su retiro se dio mucho antes de que se cumplieran las expectativas de ‘Piñata’ y del propio ‘Ñato’. “Una vez estaba esperando mi turno para salir a pelear, cuando llegó mi entrenador y me dijo que la función la habían suspendido, después de cumplirse los primeros cinco encuentros”.

¿Pero por qué?, le pregunté. “Solamente habían dos pares de guantes y de segunda, tú sabes cómo son estas vainas, y al llegar a la quinta pelea, casi los pelao's se estaban dando de pescozones con los nudillos, así es que  se suspendió la función, y como yo no ‘pelié’, no me dieron el peso que siempre daban”, me explicó.

Pero eso no fue lo peor que le sucedió al ‘Ñato’ y que lo hizo olvidarse del asunto.

En otra ocasión, recordó que estuvo en una pelea importante. “Lo supe porque ‘Piñata’ me dijo que habían apuestas; yo venía de dos victorias y el otro estaba invicto. Antes de que el árbitro nos llamara, mi entrenador me tomó del hombro y me dijo: 'Que tengas suerte, Ñato'.

“La pelea estuvo bastante pareja en los dos primeros asaltos, pero en el tercero logré conectarle un gancho y lo senté. El árbitro lo ayudó a pararse porque dijo que fue un resbalón. Fue algo increíble, la gente estaba pegada al ring, gritaban de todo y algunos nos tiraban cosas”, prosiguió mi locuaz amigo.

“Volví a conectar al pela’o y se volvió a caer; el árbitro comenzó la cuenta, pero como en cámara lenta, y cuando iba por siete...¡zuápatela! se fue la luz. ‘Piñata’ me sujetó el brazo y me dijo que no me moviera, y cuando volvió la luz, todo estaba revuelto, y el otro estaba fresco como una lechuga en su esquina”.
 

“La gente, yo creo que echaba espuma por la boca, aunque podía ser que no viera bien por el humo que había en todo el gimnasio. Todos pedían la decisión, unos gritaban mi nombre, otros coreaban a mi adversario. Pasaron varios minutos, en los que el árbitro bajó del ring a consultar a la mesa principal, y mientras tanto, ‘Piñata’ me secaba y me secaba con un pedazo de toalla".

Pero espera ‘Ñato’, le interrumpí, ¿todo eso pasó en realidad?.
 

“Y, más”, me respondió, abriendo “inmensamente” sus ojos.

“El árbitro subió y me miró, y luego se dirigió a la esquina del otro muchacho y le levantó los brazos”, me dijo.

¿Guat? Eso es mentira, le dije de sopetón. Tienes la imaginación digna de un escritor, le señalé.

El ‘Ñato’ se me quedó viendo, abrió un poco más los ojos, y luego hizo un ademán como de persignarse, pero antes de terminar la acción, la suspendió en el aire.

“Mira, eso lo viví en carne propia”, me espetó. “El árbitro le levantó el brazo al pela’o ese, y luego bajó rápido del ring y...se formó la de San Quintín. ‘Piñata’ me jaló por un brazo, cogimos la bolsa de mi ropa y salimos vola'o del gimnasio”, culminó el ‘Ñato’.

¿Y qué pasó después?, le pregunté, resignado al hecho de que me estaba tomando el pelo. “Como que ¿qué pasó? No te dije que me retiré, pues”.

A decir verdad, nunca le creí ese cuento ni otros tanto que me “echó”, mientras veíamos las prácticas en el Pascual Ciela González de El Marañón.

Después llegó la invasión, ‘Pan de Dulce’ llegó a la presidencia, se produjo la desaparición del vetusto hangar, y con ello se llevó centenares de historietas similares a las del ‘Ñato Brizuela’.

Jamás lo volví a ver y como les digo, nunca creí una sola palabra de esos cuentos, aunque siempre los escuché atento, porque además de entretenidos, eran contados por un señor mucho mayor que yo, y a los señores mayores se les respeta.

Cuentos o no, fue lo primero que llegó a mi memoria, cuando el amigo en común me volvió a hablar del ‘Ñato’ y de su partida hacia lo desconocido. Sonríe para mis adentros.

Al bajar del Metro, al despedirme de mi amigo, la mente me traicionó y le dije: “Hey Ñato, que tengas suerte”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El ‘Loma’ subió la loma y vuelve al ruedo

El Olympic Colón y el difícil trabajo de formación futbolística

La calidad pugilística mundial, en deuda con la afición