Un salón de la fama es uno, no hay divisiones
Por Nicolás Espinosa Serrano
Un salón donde estén todos los inmortales del deporte istmeño.
En la Asamblea de Diputados existen tres iniciativas para la creación de un Salón y Museo de la Fama del deporte panameño. Cada uno tiene intenciones nobles, pero lo más conveniente sería unirlos y sacar un solo documento en el que vaya lo mejor de cada uno.
Al mismo tiempo un grupo interinstitucional (Presidencia, Pandeportes, Micultura) viene trabajando en la estructura física del futuro Salón de la Fama y Museo, edificio ubicado en un sector de Albrook.
Hasta allí todo muy bien, siempre y cuando las iniciativas legislativas lleguen a buen puerto y los trabajos de la estructura en Albrook culminen, y el bien sea entregado para el objetivo inicial y no se desvíe, como en otrora aconteció con tantos programas y recursos estatales.
Ahora bien, hay un detalle que me tiene inquieto, en realidad, son varios, y vienen precisamente de las propuestas legislativas y del trabajo técnico, que se hace en torno al Salón de la Fama por parte de las instituciones involucradas.
Me explico. En las iniciativas legislativas, que realmente no sé si se han discutido o no en la comisión respectiva, al tocarse el tema de la constitución del grupo que encabezará el posible patronato o fundación, se habla de una lista interminable de instituciones gubernamentales representadas en los mismos.
Realmente no tengo la mayor preocupación de qué institución esté o no, sino en la cantidad. Hay citada una caterva de representantes interinstitucionales que, realmente, hará estéril cualquier iniciativa que se presente en un momento determinado.
Y, hasta podría convertirse, en un elefante inoperante, que llevaría a la excelencia deportiva, que es lo que significa estar presente en el Salón de la Fama, a un mamotreto de galardones, porque privarían, muy posiblemente, los intereses de cuatro burócratas que en su vida jugaron ‘Rigalillo’, ‘La Lata’ ni muchos menos, ‘Compañerito pío pío’, juegos de barrios comunes entre chavales en nuestra época. Ahora, esto es una parte.
PISO PARA INMORTALES
Lo otro que me preocupa y en grande, y dónde hay que hilar delgado, es quiénes son los que están preparando y gestionando el futuro Salón y Museo de la Fama.
Hace poco, observé un vídeo de Pandeportes que hablaba de una reunión interinstitucional, que trabaja en el proyecto y un señor, que tengo entendido es restaurador de Micultura, habló sobre un piso para Roberto Durán, Irving Saladino y Mariano Rivera, y otro para las federaciones, etc., etc.
¿Un piso para quiénes? Espero que el señor a quien no identifican, haya hecho el comentario solo a vuelo de pájaro o su intervención una mayor explicación, porque la excelencia y grandeza para que un atleta entre a un salón de los inmortales, no se mide solo por lo que ha ganado sino por sus ejecutorias fuera del ruedo.
Vuelvo a explicarme. No creo que haya nadie que ponga en tela de duda qué significa para el deporte istmeño Saladino, Durán y Rivera, pero en momentos en que hablamos de un salón de inmortales, tampoco hay duda, que a ellos deben acompañarlos Ismael Laguna, Eusebio Pedroza, Davis Peralta, Pedro Rivas, Eileen Coparropa, Reginald Beckford, Lloyd LaBeach, Héctor López, Humberto Robinson, ‘Flaco’ Bala Hernández y un sinnúmero de personajes, que le han dado lustre a una centuria de historias deportivas.
No hay piso ni pisos de diferencias, es un singular lugar muy cerca de donde están los dioses del Olimpo, sencillamente. Donde va uno, va el otro, no hay discusión. Hacerlo diferente sería una olímpica metida de pata.
El concepto de inmortalidad es uno. Jamás se podrá hablar de ello si no se incluye a futbolistas como Julio César Dely, Rommel Fernández o Víctor René Mendieta, o a dirigentes como David Cardoze, Gabriel Barrios, Elías Córdova, Rodrigo Colón Sánchez, León ‘Cocoliso’ Tejada o Manuel Roy.
El concepto es tan amplio, pero al mismo tiempo tan cerrado que, no podría pensarlo si al mismo tiempo no escribo en alguna página los nombres de Rolando Frazer o Mario Butler, Julio Kennion o Saúl Leslie, por ejemplo.
No deseo abrumarlos con tantos nombres, pero es que tan fácil fallar en esta materia, que un poco de orientación no les vendría mal a quienes se han ocupado del tema.
Tal vez sería necesario una mayor explicación a la familia deportiva, sobre lo que se está haciendo, pero narrado como si fueran a contarnos una historia y no una poseía de pocos versos.
Nuestra intención es que en un examen tan simple y sencillo, el gobierno no falle como lo ha estado haciendo desde que llegó.
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