Remembranzas del campeón sin corona, ‘Buchí’ Amaya
Por Nicolás Espinosa Serrano
Una figura que nació para ser campeón mundial de boxeo, fue sin duda el colonense Antonio ‘Buchí’ Amaya. Y, casi que lo logra, pero la suerte ya estaba echada desde su nacimiento y cayó vencido, en las tres ocasiones en que disputó un título del mundo.
No estamos hablando de una figura que nació en estos tiempos, ni mucho menos hace veinte o treinta años. Hablamos de uno que estuvo entre los guapos y, como los más grandes ídolos que tuvo Panamá, hizo vibrar y soñar a todo un pueblo en los años 70.
Su primer intento infructuoso se registró en abril de 1969, cuando cayó vencido por decisión dividida ante el japonés Hiroshi Kobayashi, en la ciudad japonesa de Kokugikan.
La fanaticada panameña estaba en vilo. Era la segunda ocasión en que un panameño en esa década iba en busca de un título del mundo, pero como comentamos, sus esfuerzos no le alcanzaron.
Es importante destacar que las tres oportunidades que tuvo de disputar un cetro, fue en la categoría de las 130 libras, en esa época junior lightweight.
Era la primera ocasión en que un panameño viajaba a tierras japonesas a disputar un título y la experiencia fue demasiado amarga, principalmente porque experimentó aquel refrán que decía: “para ganar en Japón, hay que matar”.
Los tres jueces para este primer choque titular fueron nipones, y uno de ellos vio ganar al canalero por dos puntos.
Esta polémica decisión generó en un choque de revancha que se realizó dieciséis meses después en las mismas tierras niponas, y el monarca volvió a ganar, pero en esta ocasión con contundencia y sin dejar dudas de su desempeño.
Cuatro años después, Amaya dejaba nuevamente dudas sobre el desempeño de los oficiales japoneses, al perder una decisión mayoritaria frente al campeón Kuniaki Shibata.
Shibata fue el mismo que tres años antes empatara con el también colonense Ernesto Marcel, pero en otra categoría.
A partir de allí, el ‘Buchí’ Amaya fue conocido como el ‘campeón sin coronas’.
Cuadra de monarcas
Amaya perteneció desde sus inicios a una cuadra que, en esencia, era de campeones mundiales, con Ismael Laguna, Orlando Amores y Enrique Pinder, entre otros, dirigidos por el empresario Isaac Kresh.
Desde sus inicios dio a conocer el potencial que traía entre manos. Hilvanó un récord de 22 victorias y dos empates en sus primeros tres años de actividad, tras su debut en 1963 en el gimnasio capitalino Neco de la Guardia.
Su versatilidad y su casta, la exhibió majestuosamente en el Luna Park, de Buenos Aires, Argentina, donde con quince peleas en la bolsa, empató con el local Carlos Rubén Cañete, quien le llevaba más de 25 peleas de experiencia.
Cañete, quien jamás había salido de su país, era el vigente campeón pluma argentino y sudamericano, y le pesaban las manos. Había liquidado previamente a 33 rivales por la vía rápida.
Argentina fue uno de pocos países latinoamericanos, donde la frase nipona de ‘para ganar hay…’, se hizo una constante.
Después de allí tuvo un triunfo contundente sobre el nigeriano Rafiu King, quien había disputado título del mundo y podría decirse que fue la que lo llevó a los primeros planos del boxeo mundial.
El ‘Buchí’ era muy popular en los barrios de Panamá y Colón, y lo fue mucho más cuando sacó una producción de larga duración (LP, 33 revoluciones) con ‘Los Morenos Alegres’, y el tema ‘Amaya sufre del corazón’.
‘Los Morenos Alegres’ tocaron diferentes ritmos, como las guarachas, boleros, merengues y calipsos, pero en su propio estilo.
Un viejo con casta
Amaya se retiró mucho tiempo después de que la estampa de campeón se esfumara y realizó memorables pleitos, como los dos ante el azuerense Diego Alcalá y otro con su paisano José ‘Caballo Loco’ Salazar.
En ambos pleitos ante Alcalá, donde empató en el primero y cayó por decisión en el segundo, demostró destellos de su grandeza, pero nunca con el empuje de su más joven rival.
En cuanto a su choque con el ‘Caballo Loco’, éste mostró excesiva confianza -ya que enfrentaba a un veteranazo- sumado a su menor jerarquía y experiencia, al final fue un bistec de dos vueltas para el ‘Buchí’.
Amaya terminó su carrera en Italia, donde fue a pelear ante el argentino Juan Carlos Giménez en 1978.
Jamás
pudo detentar un título mundial, pero para mucho fue un todo un campeón.
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