El deporte en Panamá y su espacio en el bicentenario

 Por Nicolás Espinosa S.

La lucha corporal es una de las actividades que se realizan desde hace cientos de años. 

Un bicentenario es mucho tiempo. Son doscientos años de muchas cosas, tradiciones, vivencias, sucesos. Eso son los años que cumple Panamá de haberse separado de España. 

Popularmente se habla de independencia, pero no hubo carta magna, bandera, himno, sino por el contrario, otra unión, esta vez a la Nueva Granada (Colombia). 

Como decíamos, es mucho tiempo. En el caso del deporte específicamente, por lo menos en América no ha transcurrido tantos años, a menos que se clasifiquen algunas actividades por sus primeros vestigios. 

Hace doscientos años, casi toda América estaba intervenida por los españoles, ingleses, franceses y portugueses. De una forma u otra, estos señores tenían que ver con nuestro día a día, aunque las colonias se iban desperezando y los movimientos separatistas pululaban por doquier. 

Pero, en momentos en que la América india se despelucaba un poco, Panamá vivía otra realidad. Su acontecer era menos azaroso que en la mayor parte del continente y, como una damisela que cambia de compañero, se fue con otro en la primera de cambio. 

A esta altura del escrito, me pregunto: ¿Qué de la actividad deportiva en Panamá? 

El boxeo o pugilato es otra actividad ancestral, llamada por los aborígenes de otra forma.

En el borrador de un libro que escribo sobre el tema, señalo que Panamá estaba inmersa en muchas cosas, sobre todo políticas, para estar pensando en cosas tan baladíes como el deporte. 

Sin embargo, siempre había momento para el esparcimiento, principalmente por dos aspectos. El primero, es que algunos deportes fueron practicados en su forma más rudimentaria por los primeros aborígenes; y el segundo, que los españoles trajeron con ellos sus actividades de ocio. 

También hay que tomar en cuenta otro factor y aquí toca mencionar nuevamente a los pueblos originarios. 

Las herramientas e instrumentos que utilizaban para cazar, alimentarse y defenderse (lanzas, botes, arco y flecha, etc.), también les servían para actividades extra curriculares entre ellos y los pueblos amigos. 

Las corridas de toros, sin menos fanfarrias y sofisticación, fue traída por los españoles. 

Un ejemplo de esto lo señala el escritor y folklorista panameño Narciso Garay en su obra Tradiciones y Cantares de Panamá, donde menciona una actividad practicada por los guaimíes, pueblo indígena hoy conocido como los ngäbes. 

“La balsería, una institución nacional de los guaimíes que ha persistido a través de los siglos y de las vicisitudes de la tribu y se juega todavía casi lo mismo que en tiempos de los conquistadores, según atestiguan las relaciones de los primeros cronistas de Indias”, precisó en sus notas. 

La balsería consiste en una fiesta de bailes pintorescos. “…en el cual hay numerosos incidentes interlocutorios que se ventilan a mojicones o a los pescos, como se dice en la región, los matches de boxeo son entreactos obligados de la balsería moderna”, escribió. 

Como se observa, el historiador habla de encuentros de boxeo en medio de los juegos y, como dije al principio, en forma rudimentaria o más bien diferente, a lo que hoy se conoce. 

En otras regiones de nuestra América india se practicaban y, aún se realizan ciertas actividades, incluyendo el boxeo, que hoy marcamos como deportivas. La lucha corporal, en el caso de los emberá, en Panamá, es otro ejemplo. 

Un detalle a tomar en cuenta es que algunas de estas prácticas, estaban vinculadas a ritos religiosos o de guerras, más que de esparcimiento. 

Un deporte menos rústico

Pero, llegaron los españoles y todo cambió. Los primeros pobladores fueron subyugados y sus costumbres y tradiciones cambiadas a la fuerza, imponiendo los conquistadores las suyas. 

Esto no es historia antigua, porque aún sucede, pero quizás con más diplomacia que en aquellos tiempos, donde los cambios se producían a sangre y fuego. 

Fue así como todo se transformó, incluyendo las actividades que se registraban en los ratos de ocio y que en algún momento, alguien las tildó de deportivas. 

El simple hecho de atrapar una pelota podría ser el primer vestigio del béisbol en Panamá.

El médico canadiense Wolfred Nelson vivió cinco años en Panamá (1880-1885), tiempo en el que también fue corresponsal de un diario, donde plasmó el día a día del entonces insufrible país. 

“Sin temor a que se me contradiga y con el énfasis que nuestra lengua materna reclama, declaro que el Istmo de Panamá es un centro productor y propagador de enfermedades”, señaló. 

Nelson tuvo la oportunidad de escribir un libro sobre las vivencias de esos cinco años y de otras, que experimentó al visitarnos varias veces después de ello. 

Escribió de muchas cosas, entre ellas, sobre los pasatiempos del ciudadano común y corriente de la época. 

“Las fiestas en el Istmo son eventos dignos de extensa descripción. El 28, 29 y 30 de noviembre se dedicaban a corridas de toros, carreras de caballos, bailes de máscaras y a otros deportes”, detalló. 

Debe colegirse que las corridas de toros y las carreras eran algunas de las actividades deportivas en práctica, pero lamentablemente no precisa mucho más sobre los ‘otros deportes’. 

“Durante uno de estos festejos se construyó un círculo enorme o plaza de toros temporal en la Plaza de Santa Ana, a extramuros (…). Las carreras de caballos se hacen a menudo en la calle principal donde han ocurrido sucesos lamentables (…)”.  

El béisbol y el ferrocarril

Un detalle. Recordemos que para la época que ilustra Nelson, estaba construido el ferrocarril interoceánico (1855) y los franceses iniciaban los trabajos del canal de Panamá (1880). 

Es decir, que hubo inmigrantes de diversas nacionalidades, quienes trajeron consigo sus costumbres, sus chanzas y su música y, si bien, casi ningún libro de texto habla al respecto, es casi seguro que también sus pasatiempos. 

Insistimos en ese hecho porque la actividad deportiva como tal, ya se desarrollaba de alguna forma y en sus primeros pasos en Europa, de donde provino una buena parte de la mano de obra de las millonarias estructuras que se construían.

Algunas bibliografías mencionan a trabajadores hindúes, chinos, irlandeses, jamaiquinos, ingleses, alemanes e inclusive aborígenes, principalmente, los de raza negra. 

Todos ellos, de alguna forma, introdujeron sus costumbres, pero hubo otros, más intrascendentes, tal vez porque solo eran visitantes ocasionales, que dejaron sus huellas. 

Los periodistas venezolanos Juan Vené, Eleazar Rangel y Humberto Acosta en la obra Un siglo de Béisbol, señalan que los primeros vestigios de este deporte en suelo panameño o podría decirse colombiano, pudo darse en los años 50 del siglo XIX en medio de la ‘Fiebre del oro’ en California. 

Para ello, citan el cuento del estadounidense Arnold Kaiser, “The Gold, The West (El Oro, El Oeste)”, editado en 1859, que relata cómo cinco jóvenes estadounidenses, incluyendo al autor, hizo la travesía de Nueva York a California, atravesando el Istmo en busca del ansiado oro. 

Kaiser reseñó: “Peter y Tony quisieron jugar béisbol y, agotados como estaban, hicieron, sin embargo, un alto en la caminata que los llevaba al Pacífico desde el Atlántico”. 

Es cierto que el detalle sobre el béisbol es apenas una brusca en una gran pestaña; pero es lo más palpable que se tiene, a lo que podría afirmarse fue el primer indicio de este deporte en Panamá.  

Ahora, no hay que ser muy riguroso. Tenemos que remontarnos a los juegos de calle en nuestros barrios, para entender la expresión “quisieron jugar béisbol”, refiriéndose quizás al hecho de que solo consistía en atrapar (apañar) una pelota, en su más rústica versión.   

Es cierto, nos hemos ido un poco más allá de los años veinte del siglo XIX, pero la realidad es que no existen muchas bibliografías, en donde escudriñar sobre lo que se conocía como actividad deportiva en esa época. 

De eso poco se ha escrito y tal vez para lograr algo más, haya que rebuscar más a fondo en el diario vivir de los primeros pobladores; es decir, nuestros aborígenes. 

Pero, esa es otra historia. 

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