La pista de atletismo ‘Lloyd LaBeach’, ¿existe?

Por Nicolás Espinosa Serrano
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

 

La constante entrada y salida de camiones hicieron mella en la pista del Rommel.


Escuchaba atentamente al colega. Me comentaba que la pista del estadio Rommel Fernández, esa que una vez fuera para el atletismo y que hoy está vetada hasta que el fútbol clasifique para el mundial de Qatar, llevaba el nombre de Lloyd LaBeach, nuestro primer medallista olímpico. 

¿Y cuándo fue eso? Le cuestioné. 

“La pista fue nombrada con el nombre de LaBeach durante la presidencia del doctor Ricardo Sasso, pero no fue hasta años después que se colocó una placa en el Rommel”, me confirmó el amigo. 

Realmente las autoridades deportivas panameñas desde la década de los 80, más o menos, han vivido en una burbuja peor que la que se ha dado en esta pandemia. 

El deporte pasó drásticamente a un sexto plano y, las disciplinas que después sobresalieron, lo hicieron a sangre y fuego, y no necesariamente por el esmero de los gobernantes de turno. 

Así comenzó a despuntar el béisbol y softbol y, a puro pulmón, siguieron marcando el atletismo, las pesas y la lucha, pero a decaer casi que simultáneamente otras. 

Los performances reiterados del atletismo con Florencio Aguilar y Héctor Daley, de las pesas con José Díaz y Alexis Batista, y de la lucha con Herminio Hidalgo y Ramón Mena, por mencionar algunos, fueron totalmente ignorados. 

Las compensaciones hacia el deporte, transformadas en aportes para su desarrollo y desenvolvimiento, fueron muy escasas, tanto, que los atletas no contaron con apoyo para su crecimiento. 

Los tiempos cambiaron y se fortaleció el deporte. Mejor dicho, las arcas de la institución que la regenta, pero solo unas pocas disciplinas fueron beneficiadas. 

El profesor Pedro Aguilar busca talentos infantiles de Viejo Veranillo y los entrena en el Javier Cruz, solo con el apoyo de su familia.

El béisbol, que tiene hasta dos estadios en un mismo pueblo; y el fútbol, que se vende como el mejor bon de la República, (que por cierto solo existe en Colón), pero que no llegan ni a pan de dulce, fueron dos de ellas. 

No obstante, la gran mayoría de las disciplinas deportivas siguen en el círculo de espera, porque no tienen dónde entrenar y mucho menos competir. 

Por ejemplo, el ciclismo sigue en la carretera porque no existe un velódromo, la natación se mantiene con los altos y bajos de la piscina en Juan Díaz, porque no hay de otra; y los deportes en las provincias (¿?), de ello mejor no se hable. 

En 2008 llegó el primer campeón mundial en atletismo y el primer medallista de oro olímpico, ambos en la figura del colonense Irving Saladino, y se pensó que algunas cosas cambiarían. 

Pero, por el contrario, se confirmó cuan olvidado está este deporte porque ni en su provincia natal, existe un coliseo decente para esta actividad. 

Lo justo sería que el atletismo tuviera una instalación propia, que podría costar alrededor de 300 mil dólares, muchísimo menos de lo pagado por la grama del estadio Rommel Fernández. 

El lugar dónde estaría ubicado el coliseo sería lo de menos, aunque si debiera contar con dormitorios para los atletas que llegaran a participar en un torneo nacional. 

Echemos un vistazo de cómo están algunos de los campos, gramas o pistas, que por mucho tiempo se han utilizado para la práctica del atletismo en Panamá. 

Rommel Fernández: La pista está vetada por los partidos eliminatorios de la selección mayor de fútbol, aunque se hacen gestiones para realizar un torneo nacional infantil a finales de octubre. 

Aun así, habría que arreglar una de las medias lunas (curvas), que fue hundida por unos camiones durante la construcción de la grama del estadio. 

Si hubiera un accidente por ello, la IAAF podría vetar la pista. 

Armando Daley (Colón): Las zonas de lanzamiento y para los saltos con garrocha y obstáculos, así como la fosa para el salto triple y de longitud, no existen. 

La colonense Nathalee Aranda, medallista de bronce en el Suramericano, es una de las afectadas.

El hecho de que el estadio se comparta con el fútbol en un espacio relativamente limitado, impide que mayores cosas pudieran hacerse en favor del atletismo. 

Frente a la desaparición del estadio Mariano Bula, no existe otro lugar dónde entrenar y, nuevamente, a sangre y fuego, lo hacen los atletas, incluyendo la medallista de bronce suramericana de salto de longitud, Nathalee Aranda. 

Javier Cruz (Artes y Oficio): Su pista es de solo seis carriles y su terreno no es viable para el atletismo, aunque aún se practica allí. 

Un equipo de la LPF lo ha tomado como suyo y es casi que imposible utilizarla para otra actividad que no sea el fútbol. 

Los Milagros (Herrera): Solo es de seis carreras y la recta de los 100 metros tiene huecos y por falta de terreno la pista se deformó. 

La pista es sintética y no cuenta con la ría para las carreras con obstáculos, además de no contar con las áreas para los saltos.   

Así andamos en materia atlética, mientras otras disciplinas están rebosantes y eso, me parece bien, pero las otras también merecen atención.  

 

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