Arquímedes Jaén, el santeño que revolucionó el ciclismo istmeño
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)
La idea más cercana que tenía Arquímedes Jaén de una carrera de ciclismo, era la que hacía en solitario con su bicicleta, tipo panga, entre las fincas y potreros en las que trabajaba diariamente.
Es por ello que a sus familiares les extrañó el día en que reunió a varios de ellos y les informó, muy solemnemente, que participaría en una carrera entre Macaracas y Las Tablas.
Eso aconteció hace más de cincuenta años, cuando sin planificarlo y sin tener una clara idea de lo que era el ciclismo, nació una de las carreras más prolíficas de panameño alguno en esta disciplina.
Estemos claros.
Arquímedes Jaén, oriundo de El Sesteadero santeño, no era ningún advenedizo en
el deporte. En su época juvenil había practicado el béisbol y un poco más
tarde, el baloncesto.
“Quería ser receptor, pero en el año que clasifiqué para ir a la distritorial, salió Bredio Cedeño, así que no iba a ir a ningún lado, y fue cuando me dediqué a jugar baloncesto para mi corregimiento”, recordó.
Pero, adentrémonos en esta interesante historia de quiera fuera un excepcional atleta del ciclismo.
De las fincas a
las pistas
“Un día, en noviembre de 1969, de la nada escuché en la radio que había una carrera de Macaracas a Las Tablas, en bicicleta de paseo”, recordó Arquímedes, hoy con 70 años.
“Mi trabajo era ordeñar, limpiar potreros, la agricultura, pero me llamó la atención y les dije a mi familia que iba a participar, sin saber nada de ciclismo, solo que tenía que darles a los pedales a lo que daban”, dijo.
Ese desconocimiento
no fue óbice alguno. Su inseparable compañera de dos ruedas, era una panga con
48 dientes adelantes y 18 atrás, y con problemas en uno de sus pedales.
La prueba de 48 kilómetros se efectuó el 28 de noviembre de 1969 y en el punto de partida, había corredores con algo de experiencia, como Abraham Gutiérrez, Wicho Darsa y Domito Soriano.
“Cuando bajaron la bandera, salí como si la carrera se acabara en 100 metros y nada más alcancé a escuchar: ‘Déjalo que se vaya, que allá adelante lo cogemos cansa’o’, pero llegué a Las Tablas y atrás no había nadie”, sostuvo.
“Me fui a bañar donde un familiar y luego al parque a esperar a que llegaran. A la media hora apareció Wicho y más atrás Abraham”, añadió.
Ahora, un
compromiso
A Jaén le gustó la cosa, aunque lo único que conocía sobre ciclismo y bicicletas era pedalear. La segunda carrera en que se apuntó, fue una contrarreloj de siete kilómetros entre Guararé y Las Tablas, y ganó fácilmente.
La tercera prueba se dio al año siguiente, organizada por la federación nacional con el objeto de escoger al equipo de las provincias centrales, que participaría en la Vuelta Internacional a Panamá.
“En esa ocasión, pedí una bicicleta prestada, pero con las mismas condiciones. Cuando nos llevaron a la playa de ‘El Agallito’ y nos dijeron que allí era la partida, pensé que era lo mismo que Macaracas y me fui adelante inmediatamente”, recordó.
Las provincias de Coclé, Veraguas y Herrera llevaron un equipo de cuatro corredores, mientras que por Los Santos solo estuvo Jaén, por lo que no contó con asistencia técnica ni mucho menos abastecimiento.
“La cosa es que por Chitré me alcanzaron y en la bajada, donde está el hospital ‘Cecilio Castillero’ para llegar a La Villa, me dejaron, porque ellos sí tenían mejores bicicletas”, mencionó.
“Los alcancé en las lomas, pero en las bajadas me volvieron a dejar. Finalmente, me ganaron los herreranos Gregorio Bermúdez y Elías Barraza, pasé tercero, y Eloy Hernández, de Veraguas, fue cuarto”, añadió.
Un santeño
seleccionado
La vida de Arquímedes Jaén dio un giro increíble, ya que se ganó un puesto para estar en la primera edición de la Vuelta a Panamá, que se corrió cinco meses después.
“Nos concentramos en el velódromo Nueva Generación bajo la dirección del técnico suizo Walter Diggerman, con quien realmente aprendí qué era el ciclismo”, sostuvo.
“Nuestro primer entrenamiento fue subir Cerro Azul, yo vestido con la zapatilla y la camiseta de jugar baloncesto y los demás con zapatos especiales, pero los dejé a todos subiendo el cerro y al final llegué solo al velódromo”, dijo.
De allí en adelante, todo es historia. Arquímedes fue siete veces campeón nacional en ruta, en el velódromo y en la montaña.
Jaén mantiene los récords de 5 minutos, 12 segundos, para 4 mil kilómetros persecución individual, y la marca de la Hora Aficionada de 42 kilómetros 985 metros, en el desaparecido velódromo Nueva Generación.
Los conocimientos que adquirió con Diggerman, quien una vez le sugirió que se fuera con él a Suiza, fueron suficientes para que se convirtiera en el ‘campeón novato’ del giro internacional.
“Allí fue que realmente se inició mi carrera deportiva, porque Diggerman me enseñó lo que realmente era correr”, destacó.
Después de ello, participó en los Panamericanos de Cali y en la vuelta a Colombia, ambos en 1971, y dos años después en los Bolivarianos de Panamá, donde obtuvo medalla de plata en los 4 mil metros individual, en el velódromo istmeño.
En 1975 estuvo en los Panamericanos de México, donde se ubicó séptimo, aunque en su opinión, pudo ganar.
“Mi entrenador me dijo: ‘tienes que estar con el grupo fuerte, no me hagas escapadas temprano’, pero sin darme cuenta quedé en una escapada con diez corredores”, recordó.
“Estuve como 130 kilómetros escapados con ese grupito, pero nos fuimos desgranando y quedando, a tal punto, que el pelotón nos alcanzó, porque me había desgastado contra ellos”, contó.
“Si hubiera esperado a que los cubanos y colombianos se movieran, hubiera ganado la medalla de oro”, reflexionó.
Un año después participó en la vuelta a Cuba y en 1977 en los juegos Centroamericanos de San Salvador, donde ganó dos medallas de oro y una de bronce.
Ese mismo año estuvo en el mundial de San Cristóbal, Venezuela, donde tuvo una participación regular, aunque logró terminar la carrera, y volvió a San Salvador para la vuelta a El Salvador, donde ganó cinco de las siete etapas.
Suiza, un sueño
Una de las pruebas en la que participó fue la vuelta a Costa Rica, y donde el denominado ‘Cerro de la Muerte’ fue una gran experiencia para muchos.
“En la subida al cerro nos escapamos cuatro colombianos, un gringo y yo. El americano se quedó, mientras que los colombianos me dejaron en la bajada, porque el frío me estaba matando”, recordó.
Arquímedes Jaén se retiró de las pistas con solo 27 años en 1982, cansado de ganar trofeos y que no le cumplieran ninguna de las promesas hechas.
Ese año, por mera casualidad, vio el periódico y su mente volvió al ‘Cerro de la Muerte’. Leyó que el estadounidense Greg Lemond había ganado el Tour de Francia, el mismo americano que había abandonado en Costa Rica.
“Ahora que hablo contigo, me pongo a pensar que podía haber hecho muchas cosas, inclusive, irme a Suiza, pero no sabía de qué me hablaban, ni nadie me lo explicó”, sostuvo.
“Hoy no sigo el
ciclismo, aunque suelo recordar esos tiempos y pienso que, con ayuda, hubiera
podido triunfar, así como lo hizo Lemond. ¡Imagínate! si ese ganó, ¿qué no
hubiera hecho yo?", concluyó.
Un orgullo nacional, de la provincia santeña y de El Sesteadero...Felicidades Arquimedes!
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