EL BOXEO HA CAMBIADO UN MONTÓN

POR NICOLÁS ESPINOSA SERRANO

(Hablemosdeportes2.0@gmail.com)

El boxeo mundial ha cambiado un montón. En el pasado, las organizaciones que manejaban los títulos -NBA y después la AMB y el CMB- trataban de imponer sus reglas, buscando evitar el conflicto de intereses y la manipulación, por parte de promotores, empresarios y apoderados. 

Los mexicanos Marco Antonio Barrera (Izq.) y Erik Morales escenificaron tres batallas épicas, donde ninguno pidió ni dio cuartel. ¡Qué tiempos aquellos!

No digo que no existía la mafia, sino que en un gran porcentaje se les mantenía a raya y las leyes estadounidenses sobre la materia, buscaban mantener al boxeo dentro de los negocios lícitos. 

Aún así, se dieron goles olímpicos. Recordamos a Robert Lee, entonces presidente de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), quien estuvo involucrado en un escándalo a finales de los años 90, que lo llevó a él y su hijo, del mismo nombre, a prisión. 

A raíz de ese escándalo surgió la ley ‘Muhammad Alí’, que busca entre otras cosas, proteger los derechos y el bienestar de los boxeadores, y que mantiene en cinturas a todas las organizaciones que manejan esta actividad, obligadas a estar registradas en los Estados Unidos. 

Es verdad que la Ley Alí, como se conoce, ha puesto a rayas a más de uno. No obstante, aún se sigue maltratando la integridad física y moral de los púgiles. A unos, se les sube a los tinglados a medio entrenar y, a otros, se les paga cuatro guayabas sin importar sin son peleas estelares o esté de por medio un título. 

Es cierto, hay un sinnúmero de historias de éxitos, aunque en la mayoría de las ocasiones, se habla que el boxeo ha permitido reorientar la vida de cientos de jóvenes en lo personal. 

Estos desaciertos montados por empresarios y promotores y, en alguna forma, con la venia de las organizaciones que deben velar por el bienestar de la actividad, ha traído un auge increíble en plena pandemia, a una que para mí es más nociva y peligrosa que el boxeo mismo. 

Hablo de las artes marciales mixtas, la cual vivió por mucho tiempo en las sombras del boxeo profesional, pero que hoy ha tomado tal fuerza, que compite en igualdad de condiciones en cuanto a popularidad y porcentaje de teleaudiencia.

Esa es otra cosa. La pandemia del Covid-19 permitió un salto exponencial a muchas cosas (emprendimiento, trabajo en casa), entre ellas, a las plataformas digitales. 

Hoy, tras una feroz lucha contra el Covid-19 en los últimos 12 meses, nadie se imagina un mundo sin esas plataformas y/o los llamados streaming. La verdad es que a muchos les cambió la vida, entre estos, a una actividad como las artes marciales mixtas, conocidas como MMA o UFC. 

Pero, hay otra cosa y aquí vuelvo con el tema inicial. El boxeo se ha vuelto tan falso, mediocre y, en ocasiones, prepotente, que le ha dado espacio y otorgado parte del suyo, a una faena que algunos hayamos deprimente. 

No me llamo a engaños. El público o el fanático quieren ver pleitos parejos, contrincantes preparados, con sed de victoria y determinación en sus rostros, cualidades que, en algunas oportunidades, ni de a vaina se les nota a los boxeadores. 

Los dos últimos pleitos de Saúl ‘Canelo’ Álvarez, frente al inglés Callum Smith y el turco Avni Yildirim, son el más reciente ejemplo de lo que señalo. Ambos combates resultaron un fiasco y lo peor, es que los únicos que se creyeron esos triunfos, fueron el propio púgil mexicano y sus seguidores, porque para el mundo significó el principio del fin del boxeo que conocemos. 

Pero allí estaban las organizaciones internacionales dando su visto bueno por lo acontecido, a pesar de que estaban conscientes de todo. Es decir, cuando llegue el día del juicio sobre quiénes han sido responsables de la caída del boxeo profesional, ellos deben estar en primera fila. 

El boxeo ha cambiando un montón. Ahora cuesta mucho no bostezar en medio de una cartelera televisada, mientras que los fanáticos de las artes marciales mixtas están casi que prestos, a saltar hacia el octágono si fuera necesario, de tanta euforia. Esa es la realidad.

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