LAS ORGANIZACIONES BOXÍSTICAS BAILAN AL SON QUE LES TOQUEN

Por Nicolás Espinosa Serrano
(hablemosdeportes2.0@gmail.com)

Las organizaciones de boxeo están perdiendo cada vez más su poder de convocatoria en el negocio. Es cierto que esta circunstancia se registra desde hace mucho tiempo, pero hoy se hace más latente, cuando las empresas promotoras deciden los destinos de los reinos y de sus reyes. 

El último caso es del tercer pleito entre el mexicano Juan Francisco ‘El Gallo’ Estrada y el nicaragüense Román ‘Chocolatito’ González, que está previsto para celebrarse en California por los cetros súper mosca del CMB y AMB del primero. 

La posibilidad de que se realizara estuvo en ascua por algunos días, toda vez que estaba latente el hecho que el tailandés Sor Rungvisai era el retador obligado de Estrada, por lo menos del lado del CMB. 

Y si bien, el concertador británico Eddie Hearns habló de una tercera confrontación y la AMB dejó caer la posibilidad de una revancha directa, luego del controversial fallo que le dio la victoria al mexicano, el panorama resultaba algo complicado. 

Sin embargo, las llamadas se sucedieron y los intercambios de mensajes a través del chat fueron incesantes, hasta que el jerarca mexicano Mauricio Sulaimán, del CMB, dio la clarinada esperada. 

Convirtió a Estrada en campeón franquicia, algo similar a lo hecho en su momento con Saúl Álvarez y Vasyl Lomachenko, y llamó a un pleito por el cinturón regular de la categoría al mexicano Carlos Cuadras y al tailandés Rungvisai. 

Para algunos entrados en el negocio, principalmente los analistas, era el paso natural que se esperaba para consignar la trilogía de encuentros, entre estos dos grandes gladiadores. 

Sin embargo, para otros, la decisión es una especie de treta de la organización establecida en México, para acomodarse a los intereses del negocio, porque al final, un “campeón franquicia” es un monarca de “nada”. 

El título es casi que honorífico -dicen- y luego del combate el reino quedará en el aire, porque el verdadero campeón, por lo menos en el caso del Consejo, será el ganador del choque entre Cuadras y Rungvisai. 

Debo decirles a quienes piensan así y, tal vez tengan razón, que el título por el que peleen Estrada y González puede tener el nombre que sea, porque ninguno de los dos rivales va consciente de cuál estaría en disputa y no creo que les interese tampoco. 

Ese detalle es totalmente secundario, porque lo que priva para ellos, sobre todo para Estrada, es la bolsa que ganará para este compromiso y eso no lo controla ni decide ninguna organización, sino la empresa promotora. 

En el último compromiso entre ambos, se habló de que González ganó un millón de dólares y Estrada algo cercano a esa suma, pero que para esta pelea, las bolsas rondarían los dos millones para cada esquina.

 Al determinar el Consejo nombrar a Estrada campeón franquicia de las 115 libras, nombre sacado de las múltiples ocurrencias que tiene cada organización, lo que buscó Sulaimán fue evitar que su paisano renunciara a su faja y se perdiera parte del pastel que les corresponde por sancionar el pleito.

 Había que recurrir a alguna argucia cuasi legal, porque el desafío Estrada-González, versión tres, era inevitable, como lo dejó plasmado Eddie Hearns minutos después del encuentro en Texas, principalmente porque también tiene amarrado al púgil oriental. Eso es todo. 

Ayer fueron los Don King y los Bob Arum, hoy son los Óscar de la Hoya y Eddie Hearns los que definen el destino del boxeo, aunque ahora con mucho menos disimulo a como lo hacían los veteranos empresarios.

 

Hoy no hay máscara que los encubra, porque ello ni les interesa, ya que al final, las organizaciones del boxeo, póngale usted el nombre que quiera, terminarán por bailar al son que les toquen los promotores y, para encubrir la charada, inventarán cualquier cosa, como a los súper campeones o los monarcas franquicias. ¡Qué bárbaros!. 

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